Unicef alerta sobre la dolorosa situación en la que se encuentran los cerca de 7.000 niños inmigrantes no acompañados que viven en España · La mayoría de ellos viven en la calle o son explotados sexualmente
Ante la búsqueda de una vida mejor, España se ha convertido en país receptor de miles de inmigrantes, que cada año llegan esperando encontrar mejor fortuna que la que tienen en su lugar de origen. A finales de los años 90, este fenómeno dio un paso más: ya no eran sólo hombres y mujeres adultos los que cruzaban las fronteras españolas. Muchos menores de edad también decidían abandonar a sus familias animados por la esperanza de hallar una vida mejor en solitario.
Pero, al llegar al país, ellos cuentan con una diferencia que les permite quedarse en España aunque su vida no sea la que esperaban. La falta de un protocolo de actuación eficaz, la marcha voluntaria de algunos niños de los centros de protección por no ser atendidos correctamente o las redes de prostitución que se "adueñan" de estos menores hacen que ellos acaben malviviendo sin ser tenidos en cuenta. Son invisibles para el sistema de protección de la infancia, viviendo, sin ser vistos, una vida lejana a la que una vez imaginaron.
Pero, al llegar al país, ellos cuentan con una diferencia que les permite quedarse en España aunque su vida no sea la que esperaban. La falta de un protocolo de actuación eficaz, la marcha voluntaria de algunos niños de los centros de protección por no ser atendidos correctamente o las redes de prostitución que se "adueñan" de estos menores hacen que ellos acaben malviviendo sin ser tenidos en cuenta. Son invisibles para el sistema de protección de la infancia, viviendo, sin ser vistos, una vida lejana a la que una vez imaginaron.
Unicef ha puesto la voz de alarma en su último informe, Ni ilegales ni invisibles, en donde explica la situación que la mayoría de estos menores encuentran cuando llegan a España. El estudio, elaborado conjuntamente por la ONG y el Consejo General de la Abogacía Española, analiza la situación de los más de 6.500 inmigrantes menores no acompañados que se estima que viven actualmente en el país.
La principal petición que lanza Unicef es que estos menores sean tratados como niños en vez de como extranjeros. Además, insta a la Administración a crear un protocolo de actuación único que esté compartido por las distintas Comunidades Autónomas. La ONG recuerda que una de las consecuencias de la situación de estos niños es la lenta burocracia y la descoordinación existente entre las distintas autonomías.
Y es que el complejo papeleo, en la vida real, se transforma en duras situaciones a las que los menores tienen que hacer frente para salir adelante.
Algunos abandonan voluntariamente los centros de protección donde acaban tras su largo viaje. El miedo, la incertidumbre o la incomprensión les hace "escapar" de un sistema que en ocasiones no se encuentra enfocado a sus necesidades específicas. La mayoría termina viviendo en la calle, lejos de cualquier sistema de protección y siendo excluidos socialmente.
Otros se encuentran acompañados por familiares lejanos que se agrupan formando un extenso grupo familiar. El alto número de personas que viven en el mismo núcleo dificulta tanto la acogida como la adecuada atención que precisan estos menores.
Por último, Unicef enfatiza sobre la situación que viven cientos de adolescentes inmigrantes, que llegan al país sin saber que van a terminar siendo explotadas sexualmente. El control que las mafias ejerce sobre ellas hace que sea imposible calcular el número de menores que viven actualmente en esta situación y de la que no pueden escapar.
La invisibilidad que alcanzan estos menores, bien por obligación o por voluntad propia, les permite vivir en un país que un día imaginaron como destino de un futuro mejor pero que a veces se convierte en una cárcel sin paredes en la que sobreviven sin ninguna protección. Aún así, la mayoría de ellos continúan en España, incluso después de cumplir la mayoría de edad. Mantienen vivo el sueño que un día tuvieron y por el que decidieron abandonarlo todo.
La principal petición que lanza Unicef es que estos menores sean tratados como niños en vez de como extranjeros. Además, insta a la Administración a crear un protocolo de actuación único que esté compartido por las distintas Comunidades Autónomas. La ONG recuerda que una de las consecuencias de la situación de estos niños es la lenta burocracia y la descoordinación existente entre las distintas autonomías.
Y es que el complejo papeleo, en la vida real, se transforma en duras situaciones a las que los menores tienen que hacer frente para salir adelante.
Algunos abandonan voluntariamente los centros de protección donde acaban tras su largo viaje. El miedo, la incertidumbre o la incomprensión les hace "escapar" de un sistema que en ocasiones no se encuentra enfocado a sus necesidades específicas. La mayoría termina viviendo en la calle, lejos de cualquier sistema de protección y siendo excluidos socialmente.
Otros se encuentran acompañados por familiares lejanos que se agrupan formando un extenso grupo familiar. El alto número de personas que viven en el mismo núcleo dificulta tanto la acogida como la adecuada atención que precisan estos menores.
Por último, Unicef enfatiza sobre la situación que viven cientos de adolescentes inmigrantes, que llegan al país sin saber que van a terminar siendo explotadas sexualmente. El control que las mafias ejerce sobre ellas hace que sea imposible calcular el número de menores que viven actualmente en esta situación y de la que no pueden escapar.
La invisibilidad que alcanzan estos menores, bien por obligación o por voluntad propia, les permite vivir en un país que un día imaginaron como destino de un futuro mejor pero que a veces se convierte en una cárcel sin paredes en la que sobreviven sin ninguna protección. Aún así, la mayoría de ellos continúan en España, incluso después de cumplir la mayoría de edad. Mantienen vivo el sueño que un día tuvieron y por el que decidieron abandonarlo todo.
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