2014/02/28

El CETI de Melilla se desborda tras el salto de la valla de otros 200 inmigrantes

elpais.com- /  Melilla 

Más de 200 inmigrantes llegan al CETI de Melilla tras un salto masivo de la valla

Otro grupo, mientras, intentó entrar a la carrera por el paso fronterizo de Beni-Enzar

El director del centro de inmigrantes de la ciudad dice que este está al triple de su capacidad

Interior envía guardias civiles de refuerzo a la ciudad

Los muros del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla ya no dan para más. Después de que a primeras horas de este viernes 214 inmigrantes subsaharianos lograron saltar la valla que separa Marruecos de la ciudad autónoma, en el salto más masivo de los cinco que se han producido en los primeros meses de este año, el CETI alberga ya a 1.300 personas, casi el triple de su capacidad. Y no parece que la presión vaya a aflojar. En lo que va de año más de 4.000 inmigrantes han intentado el salto a Melilla. Casi 600 lo han logrado. El Ministerio del Interior va a enviar esta fin de semana a 18 guardias civiles antidisturbios para reforzar los efectivos de la ciudad autónoma, ya engrosados en número a finales del año pasado y primeros de este año.
El intento fue protagonizado por un grupo de más de 300 sin papeles y se produjo en torno a las 6.30 de la mañana en la zona de vallado simple de la frontera con Marruecos, en Arroyo de Beni-Enzar.
Mientras se producía este intento, según una nota de la Delegación del Gobierno, otro grupo intentó entrar a la carrera por el paso fronterizo terrestre, que estuvo cerrado durante media hora para cortarle el paso. Uno de los sin papeles se encaramó a la marquesina del control fronterizo y tuvo que ser rescatado por los bomberos. El resto de los subsaharianos que no pudieron cruzar a Melilla se alejaron unos 30 metros y volvieron a intentar el salto. Lo lograron 11.
Varios de los llegados a la ciudad autónoma precisaron asistencia sanitaria por cortes en pies y manos provocados por las cuchillas de la valla. Los propios inmigrantes afirmaron que proceden de Camerún y Guinea, en su mayor parte.


Tras entrar en la ciudad, se dirigieron al CETI entonando cánticos de victoria. Incluso llegaron a parar coches que circulaban por el lugar para solicitarles indicaciones a los conductores de cómo llegar al CETI.
El director del centro de inmigrantes, Carlos Montero, advirtió de que este se halla casi al triple de su capacidad: acoge a 1.300 personas y tiene plazas para 480. Montero anunció que hoy pediría refuerzos al Ejército y a Cruz Roja para ofrecer más comidas y montar más tiendas de campaña, incluso en el exterior de las instalaciones. Este viernes ya fueron trasladados varios internos a la Península para aliviar la presión.
La Delegación del Gobierno informó de que durante toda la madrugada se habían producido amagos de entrada en la ciudad. “Ha sido una intensa noche de vigilancia fronteriza, durante la que se detectaban grupos de varios centenares de inmigrantes que parecían aproximarse a la valla y luego desaparecían”, explicó en una nota de prensa.
En la misma comunicación, se hacía referencia a que el salto se había “caracterizado por el lanzamiento de todo tipo de objetos —piedras, palos y botellas— a los agentes de la Guardia Civil. Y se afirmaba que dos agentes habían resultado heridos: “Uno de ellos fue golpeado con un palo”. Un inmigrante fue detenido por esta presunta agresión. La Delegación del Gobierno también reveló que 30 inmigrantes necesitaron asistencia médica, procurada por el médico del (CETI). El Ministerio de Interior marroquí informó de 27 heridos: 13 gendarmes y 14 subsaharianos.
Abubaka se alejaba anoche despacio de las puertas del CETI. La cojera resultaba visible. Arrastró la pierna derecha hasta colocarse a unos 20 metros de la entrada, donde no corría el viento, y allí empezó a narrar cómo entró en España. “Finalmente”, dice, tras llevar año y tres meses en Marruecos. Este joven de 19 años, 1,80 de estatura y complexión atlética procedente de Mali saltó la valla —de ahí la herida en el pie, cuenta— por la mañana. “No recuerdo la hora. La cabeza me falla”, relata el chaval, vestido con una fina sudadera azul de la selección italiana, un pantalón de chándal y unos calcetines verdes sobre las chanclas. “Estoy cansado. No tengo fuerzas para hablar más”, añade. El miércoles se acostó en los bosques del país vecino y el viernes durmió en Melilla.
El trasiego de subsaharianos es constante en los alrededores del CETI. A las 19.30 una docena se agolpaban en la ventanilla del control y mostraban su documentación a los guardias. “Mucha, mucha, mucha gente dentro”, explica Assan Alí, de 22 años. Enfundado en una sudadera con capucha, cuenta que lleva en las instalaciones dos semanas, desde que saltara también la valla. Viene de Camerún, pasó un año y medio en Marruecos y ahora quiere alcanzar Madrid. “Allí tengo un hermano”, asegura.
Al joven lo observa a pocos metros Ibrahim Makasso. Él también desea dar el salto a la Península, pero sabe que no resulta fácil. “Es muy complicado. Yo estoy aquí desde hace seis meses”, apunta este maliense de 38 años. Su objetivo es Francia, donde viven dos de sus hermanos.
Como él, más de un millar de personas pasaron la noche en el saturado CITE, donde el Ejército ha desplegado tiendas de campaña. “Siempre las tienen preparadas, aunque ahora ha venido lo fuerte”, revela un trabajador del centro. Con la noche ya cerrada, el perímetro de las instalaciones lo iluminan las farolas. En su interior se observa cómo los subsaharianos matan las horas. Sentados en mesas conversan, cogen agua de un fregadero y hablan de fútbol. Abubaka entra dentro.
La anterior entrada masiva de inmigrantes se produjo el pasado lunes, cuando un centenar de subsaharianos consiguió acceder a la ciudad autónoma tras saltar la valla fronteriza. El Ministerio de Interior difundió un vídeo en el que se observaba a los inmigrantes lanzando piedras y también a un par de agentes del instituto armado tirándoselas a los subsaharianos.a.

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