2008/08/21

OSETIA DEL SUR UNIÓN SOVIÉTICA ESPERANZA

La esperanza de la colonia georgiana
Cuatro ciudadanos de la república caucásica residentes en Calahorra viven con incertidumbre el conflicto bélico con Rusia
El Correo, M. M. / E. E. CALAHORRA, 2008-08-21
Tienen miedo, pero están decididos. Las tropas de Rusia deben retirarse de su país. Los georgianos residentes en La Rioja siguen con atención el desarrollo del conflicto desencadenado hace menos de quince días en su tierra. El problema ya estaba allí desde hace años, esperando para estallar. «No queremos pan, agua ni aire de Rusia». Así resume su pensamiento Manana, que abandonó Georgia hace un año y medio para venir a España a buscar unas mejores posibilidades económicas. «La gente en mi país es muy pobre, pero también muy hospitalaria. En Georgia viven personas de más de ochenta nacionalidades, es un país para todos», asegura. Nos reunimos con ella en una céntrica cafetería de Calahorra. No quiere fotografías, porque no tiene ‘papeles’. A pesar de que lucha por mandar dinero a su familia, a sus padres y sus hijos, que viven en Georgia, insiste en pagar los cafés. Un nuevo ejemplo de esa hospitalidad de la que habla y que dice que también existe en España. Las tropas rusas Toda la familia de Manana reside en la capital, Tiflis, a excepción de su hijo. «Pero no se puede cruzar de unas partes a otras del país, porque las tropas rusas no dejan pasar, pegan y roban». Los soldados enviados por el Kremlin son «los mismos que lucharon en Chechenia, pero ellos no tienen la culpa, Rusia les abandona, no les manda comida ni medicamentos», cuenta esta georgiana, profesora de inglés cuando vivía en su país. Por eso, «cuando los soldados de Rusia no tienen qué comer, nosotros les damos. Mi tía vive junto a la carretera y les da alimentos cada día, porque son personas y tienen hambre». Tampoco olvida Manana que «compartimos una religión, aunque ahora no sé si nos servirá de mucho rezar». Repite que en Georgia no tienen problemas con los rusos que viven allí. «Tenemos vecinos rusos y son amigos. Ellos cuidan a mi padre porque mi madre y mi hermana están enfermas». En muchos barrios convivimos, somos una familia. El problema es del Gobierno ruso». Para los georgianos residentes en la Rioja la cuestión es «que nosotros queremos una democracia y miramos a Europa, nos acercamos a ella. Pero Rusia tiene nostalgia de su pasado y su grandeza y quieren tener lo que tenían antes. Quieren Georgia porque es una palanca en el Cáucaso», afirma Manana. Jondo, que llegó a España hace siete años, corrobora que «lo llevan en su sangre, es lo mismo que pasó con Hungría o con Checoslovaquia». Enemigos y aliados Lali y Kati llegaron a Calahorra hace más de tres años y tienen familiares en la capital de Georgia. «Hemos hablado con ellos y están bien, pero tienen mucho miedo. Se han ido a los pueblos, porque son más seguros», dicen. Una amiga de Manana no ha tenido tanta suerte. «Ha muerto, y su hijo de tres años también. Tenemos esperanzas de que los rusos se vayan, pero no sabemos cuándo». «Yo había comprado un billete de avión para ir a mi país este verano a visitar a mi familia y he tenido que cancelar el viaje», se lamenta Lali. Las tres coinciden en que «nuestra única culpa es ser vecinos de Rusia». El otro ‘enemigo’ lo tienen dentro: Osetia del Sur, la provincia que quiere independizarse. Sin embargo, Jondo dice que «en Osetia hay un Gobierno legítimo, que no quiere la independencia. Los que la piden no son osetios, sino rusos, con pasaporte ruso, aunque vivan allí». También disculpan a su presidente por la ofensiva lanzada contra Osetia. «Quizá es muy joven, pero su política exterior ha sido muy buena. Rusia está intentando poner un presidente que sea partidario de ellos. Prefiero un presidente tonto, aunque éste no lo sea, de Georgia, que uno listo de Rusia», dice Manana. «El presidente avisó de lo que podía pasar y nadie le escuchó. Ahora ven que teníamos razón», añade Jondo. «El Gobierno no va a caer porque estamos todos juntos», dicen. Entre sus aliados, cuentan con Estados Unidos y Europa, especialmente con Estonia, Letonia o Lituania, «que saben por lo que estamos pasando con Rusia». Tienen esperanza, pero Jondo advierte de que «si no se van, yo y muchos otros cogemos un avión e iremos allí a defender nuestro país».

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