2007/06/23

Derecho a la duda

Por LAURA de JARRÍN
Duda y acertarás decían las abuelas con muchísima razón. En esta época, como en ninguna otra en el pasado, de dimes y diretes, de aquí puse y no aparece, de si filmé o no filmé, de si sabía o no sabía, de si autoricé o no lo hice, de si hay más pruebas o no, en fin, de contradicción tras contradicción, es lógico que nos asalten las dudas más que nunca y es muy natural que queramos que nos las aclaren porque, de lo contrario, lo que decían las abuelas quedará confirmado y eso, no creo que sea conveniente para los protagonistas de las dudas. Y claro, la incertidumbre crece cuando nadie quiere hacerse cargo del pecado, cuando todos se convierten en acusadores puros y castos que increpan al resto, sin darse cuenta del pobre papel que desempeñan en ese libreto acomodado a última hora, entre gallos y medianoche. Santos no existen ya ni en los altares y la ingenuidad ha dejado de ser un pecado original. Por fortuna, ya no nos venden gato por liebre y, la gran mayoría de la gente, plena de lo que muchos llaman ‘sabiduría popular’ puede reconocer muy bien la farsa que se esconde tras un discurso florido, acompañado de una sonrisa postiza. Por eso, las dudas nos asaltan y el ¿será o no será? nos pone seriamente a pensar en qué mismo hacer frente a un futuro que no luce tan diáfano como esperábamos.

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