2007/07/02

Resaltan aportes de la inmigración española

La comunidad española en República Dominicana se vincula a importantes aportes para la actividad industrial y comercial del país, sin embargo, el movimiento migratorio de inicios de siglo también trajo consigo un bagaje patriótico y cultural, así como una historia de sacrificios y humildes comienzos.

Estos a su vez eran acompañados por destacados profesionales que habían decidido trasladarse al país compelidos por las limitadas oportunidades que les ofrecía el medio español.

Los jóvenes inmigrantes ingresaron a trabajar en el negocio de parientes y paisanos y tras agotadoras jornadas de trabajo y múltiples privaciones, fueron ascendiendo lentamente hasta llegar a ser copropietarios de establecimientos o dueños de sus propios negocios.

La gran mayoría optó por el comercio como actividad laboral, pero asimismo otros se dedicaron a las actividades agropecuarias, como el cultivo del café, la ganadería y el colonato de caña de azúcar.

Con el pasar del tiempo lograron notoriedad en la esfera comercial y ya en las primeras décadas del siglo, la comunidad española formaba una colonia próspera con notable consolidación social, estableciendo incluso sus propias industrias y talleres, alcanzando las más diversas ramas de la actividad productiva. Estos y otros aportes de la inmigración española para el país fueron expuestos por el empresario e historiador Manuel Antonio García Arévalo, en el marco de la celebración de los 90 años de aniversario de la Casa de España en Santo Domingo

Durante su ponencia, se refirió a los inicios de la entidad donde, a su juicio, “confluyen armónicamente los valores y tradiciones que han forjado la identidad y el carácter múltiple del crisol de pueblos y culturas que integran las regiones españolas”.

“La conservación de los valores esenciales del perfil hispanoamericano y de la nacionalidad dominicana, son los pilares que sustentaron la instauración de la Casa de España en Santo Domingo, el día primero de julio de 1917”, agregó.

Sus miembros fundadores fueron Benjamín Portela Álvarez, Santiago Bustamante, Jesús Cobián, Domingo Hernández, Luis Baquero Alonso, José Lebrón Morales, José Sanz, Francisco González Flores y Roberto Quintillá.

Y personalidades como Américo Lugo, Federico Henríquez y Carvajal, Emiliano Tejera, Joaquín Obregón García y el Arzobispo metropolitano, monseñor Adolfo A. Nouel, ofrecieron su apoyo para la formación de la casa.

“La huella de esos pioneros de la inmigración española, afirmó, aún está latente en las más variadas instancias de la vida nacional, con un acervo patrimonial de entrega, tenacidad de trabajo, ejemplo de vida y fortaleza a favor del progreso y la cultura”, concluyó.

El también ex miembro directivo de la Casa de España citó los alcances de la comunidad que es hoy segundo socio inversor del país con un monto que supera los US$1,852 millones equivalentes al 18.4 por ciento de la inversión extranjera en sectores como el turismo, la generación de energía, la banca y el mercado inmobiliario, con la construcción de edificaciones en zonas urbanas y el levantamiento de complejos turísticos.

En ese sentido, García Arévalo sostuvo que España lejos de ser un país expulsor de inmigrantes, se ha convertido tras el pasar de los años en una atractiva plaza receptora.

“Por ello, las últimas corrientes migratorias de ese país envuelven grupos de ingenieros y técnicos de la construcción, así como profesionales de la hostelería, gastronomía, turismo, banca, periodismo, publicidad, industria editorial, textiles y artesanía, entre otros”, dijo.

Según revela el primer censo nacional, que data del año 1920, los españoles que se encontraban en el país eran en su mayoría jóvenes de procedencia rural que venían a América en busca de bienestar o para librarse del servicio militar obligatorio y así de las guerras coloniales que sostenía España, tanto en Cuba como en Marruecos.
Por: HoyDigital

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