Aralar, por Ainhoa Beola y Nekane Perez -
En estos días que tanto se habla sobre la
crisis económica, pero tan poco sobre la pérdida de derechos adquiridos que nos
está viniendo (merma en las condiciones laborales, incremento de la exclusión
social, peligro de dejar a las mujeres en los márgenes, negación de derechos
ciudadanos, etc) debemos de activar la alerta para poder ver y reconocer más
allá de la realidad propia, desde la visión crítica.
Durante estos días está pasando algo fuera de nuestra realidad cotidiana, de
la vuestra. Decenas de personas están caminando desde Barcelona hasta Madrid por
la Igualdad de Derechos. Por el derecho a la ciudadanía, por el derecho a un
trabajo digno, con contrato, por el derecho a la sanidad y a la educación
gratuita, por el derecho a la legalización administrativa, por el derecho a no
ser parada por los diferentes cuerpos policiales en cualquier momento, por el
derecho a poder vivir en igualdad. Esta marcha civil, social y solidaria está
nuevamente siendo silenciada por las administraciones y los medios. Y mientras
seguimos sin ver ni reconocer más allá de lo nuestro.
Pero es que resulta que esto también es lo nuestro, lo vuestro, porque nadie
que afirme defender los derechos humanos, la solidaridad, la igualdad y la
ciudadanía puede aceptar lo que la Reforma de la Ley de Extranjería pretende
cercenar, al amparo de la crisis.
Mientras que se nos llena la boca hablando de integración, de
interculturalidad y de solidaridad, la ley se empeña en recordarnos que la
igualdad no es real, ni siquiera sobre el papel, porque hay personas de primera,
de segunda, y hasta personas que legalmente ni son reconocidas. Tremenda
aberración.
Vivimos inmersos en una crisis, una crisis que se han empeñado en vendernos
como pasajera, una crisis económica dicen. Nos hablan de brotes verdes, ¿Para
quién? Son muchas las personas que siguen viviendo en el más crudo invierno
invisible, que no cuentan con un respaldo familiar, ni con la libertad de
transitar los espacios públicos sin el temor a ser detenidas. ¡Poca primavera
para esta parte de la ciudadanía, y para la ciudadanía en general, que aún y no
amparando estas situaciones las permite, o ni las reconoce!
Por ello reclamamos un cambio de modelo social en el que quepamos todas y
todos, sin excepciones, donde la solidaridad no sea un concepto políticamente
correcto sino que sea herramienta para trabajar en red, apoyar a los movimientos
emergentes, integrarnos en las luchas ajenas porque entendemos que también son
las propias, y sobre todo visibilicemos aquellas situaciones que se pretenden
invisibilizar.
Porque la Reforma de la Ley de Extranjería no es en ningún momento una ley
que garantice la igualdad de derechos, es más, la ley que se propone retrocede
en derechos con respecto a la ley anterior en muchos aspectos. La ley de
extranjeria que se plantea no está realizada desde criterios de derechos humanos
sino desde criterios economicistas y mercantilistas basada en las necesidades
del mercado laboral. No facilita la regularización, pone trabas a las
reagrupaciones, trata como delincuentes a personas que no han cometido delito
alguno e incluso castiga la solidaridad y la lucha por la integración de los
colectivos sociales y de la ciudadania con penas administrativas de 500 a 10.000
euros. Esta parte de la ciudadanía también es nuestra, porque no queremos
construir desde la exclusión, y porque antes de que viniesen a esta tierra ya
nuestra gente se tuvo que marchar a otros lugares por razones económicas o
políticas.
No corren buenos tiempos para la ciudadanía en general y la inmigrante en
particular, si echamos un vistazo a las políticas de los países cercanos veremos
que se quiere responsabilizar en muchos casos a la inmigración de las malas
políticas llevadas a cabo en sanidad, en educación, en economía... y a la vez se
ocultan datos económicos que demuestran que las pensiones, la seguridad social y
otras prestaciones del sistema de bienestar no han entrado en quiebra y se
mantienen vigentes gracias a la aportación económica de la inmigración y del
trabajo de los inmigrantes (datos del Ministerio de Economia de España). Hemos
de evitar discursos en los que se une la inmigración con la delincuencia, con la
seguridad ciudadana, con la falta de trabajo, con las listas de espera en
Sanidad, con la presunta perdida del nivel académico. Estamos en la obligación
de reconocer la aportación económica y social de la población inmigrante, la
inmigración no supone un problema, nos plantea el reto de construir entre todos
y todas una sociedad en la que la igualdad efectiva de derechos sea una
realidad.
Aralar se posiciona claramente en contra de la perpetuación de la desigualdad
y la exclusión que supone la aceptación de esta ley. Y por ello participamos en
esta marcha empecinada y convencida, aunque se pretenda silenciar y
obstaculizar. Defendemos el codesarrollo y el modelo de decrecimiento para
resolver las desigualdades entre las personas y respetar el mundo en que nos ha
tocado vivir. Porque exigimos la igualdad de derechos también entre diferentes,
porque en entendemos el derecho a la inmigración desde una visión
internacionalista y no desde una visión nacionalista excluyente como la del
estado español, porque somos de aquí y de cualquier allí, y porque necesitamos
construir una Euskal Herria plural donde vivamos, luchemos, nos desarrollemos,
construyamos y aportemos la ciudadanía en su conjunto, independientemente si
hemos nacido en el Goierri, en Cáceres, en La Habana o en el Magreb.
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