Los países europeos reciben miles de niños afganos que quieren retornar.
Rioja2.com | 27/08/2010
Cada vez es mayor la cantidad de niños que emigran solos desde sus países de origen huyendo de la miseria y la violencia. Este fenómeno es conocido como los menores no acompañados. Después de un viaje difícil y peligroso llegan a Europa solos, sin sus padres y expuestos a vulneraciones de los derechos humanos por parte de las mafias. Esta situación es especialmente relevante en Afganistán debido principalmente a la larga duración del conflicto bélico y a la falta de un espacio de protección amplia y garantizada en los países vecinos.

ACNUR estima que el número de menores que salieron de sus países y no han pedido asilo, una vez que llegan a Europa, es mucho mayor y que estos niños permanecen en los Estados en los que han entrado en una situación de anonimato.
Ante esta situación, varios países europeos como Reino Unido, Países Bajos, Suecia y Noruega están perfilando la creación de centros de repatriación en Afganistán donde enviar a los menores que viven en sus territorios. Así, el gobierno británico tiene la intención de abrir, en Kabul, una institución que se hará cargo de los menores hasta que tengan 18 años.
Huir de Afganistán
El estudio considera que los factores que impulsan el alto número de menores afganos que huyen solos de su país se debe a la difícil situación de conflicto y a la falta de protección en la zona. Las experiencias personales de la guerra, las violaciones de los derechos humanos, el trabajo forzoso, el secuestro, la inseguridad , el incremento de la pobreza, la dificultad de acceder a la educación, la inestabilidad política y la desesperanza por un futuro mejor, son todos ellos causa y motivo para que muchos jóvenes huyan de esa situación y busquen una salida en el continente europeo.

La directora de la Oficina de ACNUR para Europa, Judith Kumin, afirma que “estos niños se enfrentan a situaciones extremadamente difíciles en el camino, pero se sienten obligados por sus familias a continuar el viaje. El resultado es que son victimizados una y otra vez”.
En este sentido, la investigación de ACNUR sostiene que los menores afganos que llegan a Europa no siempre reciben el apoyo que necesitan. A consecuencia de ello, permanecen en manos de los traficantes que los convencen para continuar el viaje.
El difícil viaje por tierra que realizan hasta el continente europeo puede ser directo, pero en muchos casos los menores hacen un largo trayecto que pasa por su estancia durante años en países vecinos como Irán o Pakistán. Además, una vez que llegan a Europa, a pesar de que muchos reciben alguna forma de protección internacional, el informe asegura que no todos consiguen el estatus de refugiados.
Los retornos como solución

No obstante, algunos países europeos están buscando la forma de crear centros de repatriación en Afganistán para devolver allí al gran número de menores que tienen en su territorio.
En este contexto viene la iniciativa del Reino Unido. El centro que tiene proyectado crear costará casi tres millones y medio de euros y se espera que reciba unos 20 niños al mes. Hay que recordar que en este país hay casi 4.200 niños solicitantes de asilo y la mayoría son afganos.
La Unión Europea ante los menores no acompañados
Durante la última presidencia española de la Unión Europea, el pasado 3 de junio se celebró el Consejo de Justicia y Asuntos de Interior de los 27 en el que se abordó, entre otras cuestiones, la situación de los menores no acompañados en Europa y las posibles soluciones.
En este sentido, el Consejo, en sus conclusiones, aboga por que los países miembros tomen decisiones en función del interés superior del niño. Pero, por otro lado, también recomienda la vuelta del niño a su país de origen, la búsqueda de familias o la creación de centros de acogida. De hecho, el gobierno británico justificó su intención de abrir el centro de repatriación en Kabul en estas conclusiones.
Por tanto, la UE recoge como posibilidad retornar y reintegrar a los niños en sus países de origen. Así, recomienda la cooperación entre los Estados miembros y estas naciones y también con las organizaciones no gubernamentales e internacionales que actúen en la zona.
Por otro lado, el plan de acción del 6 de mayo de 2010 que adoptó la Comisión establece las medidas destinadas a la prevención, la protección y el retorno asistido de los menores a sus países de origen.
En este sentido, la Comisaria comunitaria de Interior, Cecilia Malmström, recomendó que la decisión de repatriar los menores sea tomada de forma rápida, en un plazo de seis meses, además, ha declarado que “el principio del interés superior del menor debe constituir siempre la base de cualquier actuación. Debemos centrarnos en localizar a las familias de los menores que entren solos en el territorio de la UE y garantizar condiciones de retorno que les permitan reunirse con sus familias”.
¿Es realmente viable esta solución?
Ante esta situación cabe preguntarse si estas decisiones de los países europeos redundarían en un beneficio para los niños o si son simplemente una manera rápida de librarse del problema por parte de Europa.
La Comisión Europea considera que el número total de “menores no acompañados”, en países de la Unión, procedentes de Afganistán, Irak o África Occidental podría llegar a los 100.000. Estos niños subsisten en suelo europeo gracias a la protección de las administraciones públicas y es por ello que muchos gobiernos los consideran una carga, dado que requieren atenciones médicas y psicológicas que ellos tienen que sufragar.
Por su parte, la ONG Human Rights Watch se ha hecho eco de esta realidad y Simone Troller, consejera de la ONG, ha publicado el capítulo “En la trampa de la migración: Menores extranjeros no acompañados en Europa” dentro del Informe Mundial 2010 en el que aborda esta situación.
Troller ha denunciado estas directrices y las ha calificado como una excusa para que los gobiernos se puedan deshacer de los menores devolviéndolos al infierno del que salieron, especialmente en países en guerra como Afganistán.
Esta organización pone de manifiesto el vacío jurídico que hay en las legislaciones europeas a la hora de evaluar la situación de los niños migrantes. Dentro de cada país, las acciones en torno a los menores extranjeros no acompañados se toman siguiendo la legislación sobre inmigración y las normas de protección al menor. Con frecuencia se ha demostrado que los gobiernos europeos recurren primero a las leyes sobre inmigración y después a las normas de protección del menor.

Ante esta situación, la repatriación no es un asunto como para tomar a la ligera. Afganistán tienen unos servicios sociales inexistentes y la localización de las familias y reunificación se antojan harto difíciles. Además hay que recordar las violaciones de los derechos humanos, la inseguridad, la pobreza y la inestabilidad política que vive el país.
En consecuencia, es cuestionable la repatriación del menor cuando éste está lejos de su familia o comunidad local y más aún cuando sirve para asegurar la expulsión rápida del niño en lugar de buscar una solución permanente. Además, está solución lejos de ser efectiva se revela ineficaz ya que los repatriados vuelven a salir pronto de sus países y pueden estar, de nuevo, sometidos a riesgos.
Por otra parte, si estos centros funcionan de manera modélica, en países con legislaciones que apenas protegen a los menores, esto puede redundar en un efecto colateral imprevisto, ya que crearían desigualdades que fomentarían la emigración de otros niños para poder adquirir los servicios de los que no disponen si permanecen en su comunidad.
Por ello, es necesaria una inversión en servicios e instituciones que garanticen los derechos de todos los niños del país y que redundaría en una solución más a largo plazo.
Imágenes cedidas por UN Photo/Luke Powell / UN Photo/Eskinder Debebe UN Photo/Eric Kanalstein / ACNUR/ H.Caux
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