El delegado en Melilla se inhibe de “consecuencias indeseables” en Isla de Tierra
elpais. com
Isla de Tierra es un islote diminuto y deshabitado pegado a la costa marroquí y muy fácilmente accesible a nado. Pero es español. Ayer, por tercer día consecutivo, un grupo de inmigrantes subsaharianos se mantenía en el pedrusco, vallado con alambre de espino y rodeado de turistas en bañador que toman el sol y se bañan tranquilamente en la playa de enfrente, sin que el Gobierno tome ninguna decisión al respecto. Los subsaharianos dicen que están en España, pasean alrededor de la bandera rojigualda que se alza en medio del islote, y piden que los trasladen a Melilla o a la Península. El Ejecutivo, por el momento, se niega a hacerlo. No quiere sentar un precedente. El delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, llegó a asegurar ayer en un comunicado que ellos no se responsabilizan de lo que pueda pasarles, aunque sí les han prestado alguna ayuda.
“Cualquier consecuencia indeseable que pudiera derivarse del acceso irregular a territorio nacional no es consecuencia de la política de este Gobierno en materia de inmigración sino de quienes hacen negocio a costa de explotar a seres humanos, incluidos los más vulnerables, como los menores”, señalaba la nota de prensa de la delegación del Gobierno melillense. En ella se aseguraba, sin embargo, que a mediodía se les llevaría comida y mantas, y que se había prestado asistencia sanitaria a cuatro de ellos, a tres mujeres y a un hombre “que presentaba síntomas de mayor debilitamiento y al que se le han practicado exploraciones y tomas de tensión, temperatura y niveles de glucemia”.
En el islote hay en estos momentos 13 personas. Son tres mujeres y 10 hombres. En la patera habían llegado 19 —no 16, como había informado en un primer momento la delegación del Gobierno en Melilla—. Seis de ellos, los más vulnerables, han sido trasladados a la ciudad autónoma, al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Se trata de una embarazada en avanzado estado de gestación; otra mujer y sus dos niños; y una tercera con su hijo. Los menores tienen ocho meses el más pequeño y dos años el mayor.
Turistas españoles que se encuentran en la playa marroquí de Sfiha, frente al islote —situado junto al Peñón de Alhucemas, donde hay desplegada una guarnición del Ejército español—, han relatado a este periódico que a última hora de la tarde los subsaharianos estaban buscando un refugio, debido a la bajada de las temperaturas. El viento estaba soplando más fuerte y hacía temer un temporal. Las autoridades españolas y marroquíes vigilan constantemente que los turistas no se acerquen al islote y zodiacs del Ejército español patrullan continuamente las aguas. Los subsaharianos han permanecido hasta ahora en el lado del islote que no se divisa desde la playa.
Armel Nya, un camerunés de la asociación Elin, aseguraba ayer que había hablado con los inmigrantes por teléfono a mediodía, cuando aún estaban esperando la comida, pero que se estaban quedando sin batería. Por la tarde, saltaba ya el contestador automático de una de las mujeres.
El Ministerio del Interior mantenía ayer que se sigue buscando una solución para el problema mientras el delegado del Gobierno insistía en el mensaje de dureza: “No nos podemos dejar chantajear por la cuestión humanitaria, tan sensible a la demagogia, para permitir la apertura de nuevas vías de acceso al territorio español”
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