2009/07/07

La llegada de una cuarta patera en un mes reactiva la ruta del Estrecho

Las mafias retoman el camino más corto al existir el mismo riesgode que las embarcaciones sean interceptadas si se dirigen a Canarias

Durante la madrugada del lunes, 17 personas arriesgaban sus vidas en busca de otra mejor que la que han conocido hasta ahora. Doce eran hombres, cuatro eran mujeres y a bordo también se encontraba un menor de entre tres y cuatro años. La Subdelegación del Gobierno en Cádiz informó de que el buque pesquero Nueva Julia dio aviso a las 7.55 horas de ayer de que una patera con imnigrantes se dirigía a las costas de Barbate. La embarcación ilegal también fue detectada a unas diez millas (18,2 kilómetros) de la costa de Tarifa por el Servicio Integral de Vigilancia Exterior (Sive) y una patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. A las 9.15 horas se interceptó la patera y fue trasladada al puerto tarifeño. Tras ser atendidos, los inmigrantes fueron puestos a disposición del Cuerpo Nacional de Policía.
Se trata de la cuarta embarcación con inmigrantes ilegales que llega a las costas gaditanas en tan sólo un mes. En ellas perdieron la vida 25 personas antes de llegar a la tierra prometida del trabajo y el bienestar. Con los ya difuntos viajaban otras 134 personas, marroquíes y subsaharianos. La embarcación interceptada en la mañana de ayer transportaba a 17 subsaharianos. La mayoría de ellos inició el viaje hace entre tres y cuatro años, que es el tiempo medio que tardan en llegar a Europa tras haber tomado la decisión de emigrar, según apuntó el sociólogo Manuel Vera, autor de un estudio sobre inmigración. Ésta es la razón por la que en muchas ocasiones en las pateras viajan menores de corta edad junto a sus madres: los concibieron y tuvieron durante el trayecto que separa su aldea del Estrecho.
En lo que va de 2009, la Cruz Roja de la provincia de Cádiz ha realizado 36 intervenciones de atención y ha contabilizado la llegada de 352 inmigrantes, según explicó el coordinador provincial de la organización no gubernamental, Javier Gil.
Inmigración y crisis
La crisis económica ha generado unos altos índices de desempleo en España y en el resto de Europa, aunque en menor medida en el continente. Las vacas gordas se han acabado por el momento. Así que, ¿por qué arriesgan sus vidas por cruzar el Estrecho? ¿No les ha llegado información de cómo están las cosas en Europa? Manuel Vera aseguró que «las noticias no sólo les llegan, sino que les vuelan: conocen la existencia de la crisis y hasta saben en pocas horas cuándo se ha producido el naufragio de una patera y si ha habido fallecidos». Del análisis de este sociólogo se puede concluir que el Occidente en crisis es, aún así, la Jauja de África.
«Si les hablas de la crisis se ríen y dicen que aquí se encuentran bicicletas en la basura», señaló Vera. Sin embargo, la recesión sí ha tenido un efecto importante entre los inmigrantes. «La actual situación les ha devuelto a la invisibilidad económica y social», explicó. Aseguró que existen datos que indican que la crisis ha llevado a la economía sumergida a más de 600.000 inmigrantes en el último año. Antes tenían su situación personal totalmente en regla con la normativa y ahora trabajan en negro, sin contratos, sin cotización, sin facturas. El sociólogo apuntó que son muy pocos los inmigrantes que se acogen a las ayudas y programas de retorno puestos en marcha por el Gobierno y que están dispuestos a aceptar los trabajos que no quieren los españoles.
El coordinador provincial de Cruz Roja dijo que el número de personas que han cruzado el Estrecho en los primeros seis meses del año es similar a los del año anterior. No obstante, Vera aseguró que esta ruta se ha reactivado por una cuestión meramente económica. En la actualidad se vive la época de mayor cooperación contra las mafias con Marruecos y los países subsaharianos. Pero la clave está en la eficacia del Sive instalado en las Islas Canarias. «A igual nivel de riesgo y control, a los traficantes de inmigrantes les resulta más económico volver a la ruta del Estrecho», arguyó Vera.

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