GERARDO HERRERO FISCAL PROVINCIAL DE ASTURIAS
25.10.08 - R. MUÑIZ OVIEDO
Gerardo Herrero recibe en un despacho donde luce un cuadro con dos niños jugando entre nubes, mientras las carpetas de trabajo retratan un aumento en la violencia juvenil. Otras las reservaba para recoger las dos denuncias que le han puesto contra el alcalde de Oviedo. «Es una semana difícil, es verdad», se disculpa antes de repasar el estado de la delincuencia y la Justicia en Asturias.
Una hora después, saldrá corriendo de su despacho para reunirse con la alcaldesa de Gijón y el fiscal antidroga. «Hace tiempo que se acabó aquello del 'fiscal de mesa camilla', que esperaba en su despacho a que todo lo llegara», comenta, como un triunfo.
-Esta semana presentó la memoria de la fiscalía sobre 2007 y la resumió diciendo que «estamos a la cabeza en seguridad y a la cola en delincuencia». ¿Cómo es que pide, entonces, más medios?
-Para que todo funcione mejor. Los fiscales podemos ser más rápidos y efectivos, pero para ello necesitamos más medios.
-Hay tres puntos negros en esa reducción de la criminalidad: los accidentes laborales, los malos tratos, y los jóvenes, que son la generación futura.
-Efectivamente, la violencia juvenil está ahí, existe, y lo que debemos conseguir es que ese repunte sea algo coyuntural, pero esa misión nos implica a todos.
-¿Qué necesita el sistema judicial y qué la sociedad asturiana para conseguir ese objetivo?
-Por nuestra parte, la cosa es clara: tenemos que dar una respuesta aún más rápida, porque cuando se trata de menores es, si cabe, aún más importante que la condena sea ejemplarizante, y para que el menor aprenda la lección, es imprescindible imponer la pena cuanto antes.
-¿Qué tal funciona la fiscalía de menores en ese aspecto?
-Bien, es muy rápida, aunque recibe casos de toda Asturias, y eso quizás la sobrecarga un poco.
-En la memoria apuntaba concretamente a un aumento de altercados «en las zonas de 'movida'».
-Sí, ahí la gente consume alcohol, es joven, están llenos de energía. Se dan peleas y nosotros no podemos vigilarlo todo. Hubo hace un par de años un intento de controlar a los menores que consumían alcohol, pero no se pudo. Hablamos de menores, lo que quiere decir por un lado que hay unos padres que tienen que colaborar, y que sus posibles delitos son también menores desde el punto de vista de quien atiende a todo el abanico de la delincuencia. El resultado es que implicar en esto a la policía es muy difícil, decirle a un agente que coja a un chaval y lo lleve a casa... ahí los padres tienen que colaborar, porque el policía tiene muchos asuntos.
-La memoria habla de un 2007 en el que se da por desactivada la aparición de bandas de delincuentes juveniles. ¿Mantiene ese análisis para 2008?
-Habrá que esperar a que acabe el año, porque ya hemos visto en Gijón un suceso muy reciente; no podemos generalizarlo, pero es verdad que a veces se desarticulan bandas que luego se vuelven a articular.
-Hasta ahora, los casos que aparecen están ligados a inmigrantes.
-Es cierto y por eso se podría pensar que es un fenómeno ligado a la inmigración, pero creo que ese es un dato casual: en cualquier momento puede surgir una banda de origen nacional.
-Esta semana presentó la memoria de la fiscalía sobre 2007 y la resumió diciendo que «estamos a la cabeza en seguridad y a la cola en delincuencia». ¿Cómo es que pide, entonces, más medios?
-Para que todo funcione mejor. Los fiscales podemos ser más rápidos y efectivos, pero para ello necesitamos más medios.
-Hay tres puntos negros en esa reducción de la criminalidad: los accidentes laborales, los malos tratos, y los jóvenes, que son la generación futura.
-Efectivamente, la violencia juvenil está ahí, existe, y lo que debemos conseguir es que ese repunte sea algo coyuntural, pero esa misión nos implica a todos.
-¿Qué necesita el sistema judicial y qué la sociedad asturiana para conseguir ese objetivo?
-Por nuestra parte, la cosa es clara: tenemos que dar una respuesta aún más rápida, porque cuando se trata de menores es, si cabe, aún más importante que la condena sea ejemplarizante, y para que el menor aprenda la lección, es imprescindible imponer la pena cuanto antes.
-¿Qué tal funciona la fiscalía de menores en ese aspecto?
-Bien, es muy rápida, aunque recibe casos de toda Asturias, y eso quizás la sobrecarga un poco.
-En la memoria apuntaba concretamente a un aumento de altercados «en las zonas de 'movida'».
-Sí, ahí la gente consume alcohol, es joven, están llenos de energía. Se dan peleas y nosotros no podemos vigilarlo todo. Hubo hace un par de años un intento de controlar a los menores que consumían alcohol, pero no se pudo. Hablamos de menores, lo que quiere decir por un lado que hay unos padres que tienen que colaborar, y que sus posibles delitos son también menores desde el punto de vista de quien atiende a todo el abanico de la delincuencia. El resultado es que implicar en esto a la policía es muy difícil, decirle a un agente que coja a un chaval y lo lleve a casa... ahí los padres tienen que colaborar, porque el policía tiene muchos asuntos.
-La memoria habla de un 2007 en el que se da por desactivada la aparición de bandas de delincuentes juveniles. ¿Mantiene ese análisis para 2008?
-Habrá que esperar a que acabe el año, porque ya hemos visto en Gijón un suceso muy reciente; no podemos generalizarlo, pero es verdad que a veces se desarticulan bandas que luego se vuelven a articular.
-Hasta ahora, los casos que aparecen están ligados a inmigrantes.
-Es cierto y por eso se podría pensar que es un fenómeno ligado a la inmigración, pero creo que ese es un dato casual: en cualquier momento puede surgir una banda de origen nacional.
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