2010/11/29

Cruzar el Estrecho a los 15 años


madridiario.es - Lucía de la Fuente - Fotografías: Gustavo San Miguel
Cruzar el Estrecho a los 15 años Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) son aquellos menores de 18 años que han abandonado sus países en busca de una vida mejor, una vida como la que acostumbran a ver en televisión. Huyen de la pobreza y los conflictos. Algunas veces cuentan con el consentimiento de su familia. En Madrid la mayoría proceden de Marruecos. El Gobierno regional, a través de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales, se hace cargo de la tutela de más de 300 de ellos cada año. Madridiario ha visitado el Centro de Adaptación Cultural y Social (CACYS) Manzanares donde viven 32 de estos chicos.

Los primeros casos de Menores Extranjeros No Acompañados que se conocen en España datan de 1986, con motivo de la guerra entre Irán e Irak (1980-1988). Eran mayoritariamente iraníes entre 13 y 17 años que habían sido enviados a otros países por sus padres por razones de seguridad o para evitar que fueran reclutados para el servicio militar. Así resume María Jesús Vega, de ACNUR, en la revista Refugiados, el comienzo de la llegada inmigrantes menores de edad.

 Hoy en día, sin embargo, el grueso de menores extranjeros procede de Marruecos, posiblemente por la cercanía del país. La mayoría de ellos llegan escondidos en los bajos de camiones y autobuses o en pateras y cayucos. Algunos de ellos no lo consiguen. A otros les cuesta varios intentos. Los que finalmente cruzan la frontera descubren que no todo era tan bonito como creían.

 Son niños que llegan solos o, como mucho, con algún acompañante de su edad. El director del CACYS Manzanares, Miguel Ángel Martín, asegura que “la principal carencia de estos niños es que se encuentran sin su familia”. “La gran mayoría de ellos manifiesta que ha cruzado el Estrecho de Gibraltar en los bajos de un camión desde el puerto de Tánger. Tienen en la cabeza la idea de que van a tener un futuro deseable que en realidad es engañoso porque, y más ahora con la crisis, las cosas están muy difíciles para todos”, añade.

 El centro que dirige Martín, ubicado en la que fuera residencia de verano del ingeniero madrileño Arturo Soria (Arturo Soria, 124), tiene capacidad para 32 menores de 12 a 18 años. El proyecto social y educativo que allí se desarrolla tiene como prioridad la enseñanza del castellano, así como el conocimiento de la cultura y las costumbres españolas, y haciendo especial hincapié en el rol de la mujer en Europa. Llama la atención el hecho de que no hay ninguna chica. Lo cierto es que en Madrid hay registrado “algún caso” de chica que se atreve a cambiar de país sola pero “es muy raro”. “La cultura marroquí no lo permitiría”, argumenta el director de la residencia.

 Paseo por las aulas
En nuestra visita por la residencia encontramos a Luis impartiendo clase. Es uno de los profesores que trabaja por la “alfabetización” de los menores. Comenta que, aunque algunos niños “vienen sabiendo español”, en general la tarea educativa “es difícil y no tiene nada que ver con la enseñanza ordinaria en institutos”.

 En la clase de Cristina, otra de las profesoras, Abdul y Hakim (nombres ficticios) prestan atención a los ejercicios de lengua. Abdul tiene 15 años y, según su maestra, “es muy listo”. “Habla mejor inglés y francés que castellano, aunque avanza rápido”, comenta Cristina. Nos cuenta que llegó hace tres meses, él solo, desde Kenitra, ciudad al norte de Marruecos. Hakim sin embargo aún no pronuncia una palabra pero “se le dan muy bien las matemáticas”.

 Paseando por las habitaciones encontramos jóvenes en su tiempo libre. Algunos ven la televisión, “que es muy buena para el aprendizaje de la lengua”, otros juegan entre ellos. Nos cuenta el director que a la mayoría le encanta el fútbol y son aficionados del Real Madrid o el Barça. Hay un pequeño que no ha ido a clase porque “está malo”. Sorprende su apariencia de niño. “Los papeles que trajo decían que tenía 14 años, pero la prueba médica dictaminó que tenía solo 9”, comenta Miguel Ángel Martín.

 La determinación de la edad del menor se hace de acuerdo al artículo 35 de la LO 4/2000 de 11 enero, que en su primer punto expone la obligatoriedad de identificar la edad del inmigrante indocumentado. La prueba de la que habla Martín es la tercera de las vías que la región utiliza para la determinación de la edad, ya que también se consultan los datos recabados por el Ministerio del Interior y se contrastan con el pasaporte, en caso de que hubiera, del joven. Solo cuándo es imposible recopilar esa información se recurre a la valoración médica y a las pruebas radiológicas.

 Etapas educativas 
El proyecto estándar del CACYS Manzanares consta de un acompañamiento educativo y ‘psicosocial’ dividido en varias fases. La primera de ellas –‘Alquellega’- es para los recién llegados y tiene una duración aproximada de un mes. Los profesionales adquieren aquí roles más directivos que en el resto del proceso y la intensidad educativa es muy alta. En la segunda fase –de 3 a 7 meses-, se trabaja el asentamiento y la incorporación social y normalización. Ya aquí se buscan recursos escolares fuera de la residencia. Por último, aquellos que adquieren un alto grado de autonomía, pueden pasar a ‘La Casita’, un espacio aislado del resto de la residencia que se asemeja a un “piso de adolescentes”.

 Apoyo familiar 
Conviene distinguir que los MENA han sido habitualmente divididos en dos tipos por sociólogos expertos en el área. Por un lado encontramos a los niños que tienen un proyecto migratorio definido y que cuentan con el apoyo de sus familias en la decisión de emigrar. El viaje se planea así como una ‘estrategia’ de mejora colectiva. Por otro están los ‘callejeros’, los que ya eran ‘niños de la calle’ en Marruecos y emprendieron la aventura por su cuenta. Estos últimos son, a menudo, “los que más carencias culturales e intelectuales presentan”, asegura Martín.

 Durante una conferencia sobre la problemática de estos menores que tuvo lugar en Valencia el pasado 9 de noviembre, la gerente del Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF), Paloma Martín, afirmó que la Comunidad se enfrenta a tres retos fundamentales en este ámbito: “la prevención en el país de origen de los jóvenes, la efectiva puesta en marcha de un registro nacional sobre los menores extranjeros no acompañados como un instrumento esencial y efectivo común para las comunidades autónomas y el retorno familiar”.

 Y es que, como puede extraerse de la Convención sobre Derechos del Niño del 89, el principio del ‘interés superior del menor’ debe primar ante cualquier decisión que se tome relativa a los MENA. Para velar por ese 'interés', es fundamental el papel de los mediadores interculturales. En el CACYS Manzanares se cuenta con el trabajo de mediadores marroquíes y españoles que escuchan las necesidades y demandas de los menores, además de servir de referentes.

 Miguel Ángel Martín confirma que en los últimos años ha disminuido el número de menores marroquíes que llegan a España. La crisis económica y el ver que muchos familiares se vuelven a Marruecos parecen ser las causas principales. De momento, en la red los centros madrileños se sigue trabajando por la integración, pieza clave para lograr una convivencia entre culturas en paz.

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